Las minas de sal de Zipaquirá fueron explotadas en el pasado por los indígenas muiscas, quienes utilizaron la sal para el intercambio comercial con otros pueblos de la zona y de regiones más alejadas. Los campesinos que desplazaron a los indígenas en la explotación de la sal veneraban los inmensos socavones de la mina y paulatinamente depositaron imágenes religiosas en ellos. De este modo, poco a poco, la mina se transformó en un pequeño templo y este en una catedral subterránea que en la actualidad es una de las obras arquitectónicas más imponentes que se han construido en el país.
Podrá visitar la Catedral de sal y admirar los bellos paisajes que adornan el camino durante el recorrido que realiza el Tren Turístico de la Sabana o, si lo prefiere, puede realizar el viaje en automóvil desde Bogotá.
